7.1. Reglas básicas.
En la escalada entra en juego el equilibrio, la fuerza, la dinámica y la técnica gestual. Cuanto mejor sea la técnica menos fuerza hace falta, por eso al iniciarse se deberá prestar la máxima atención a la técnica, teniendo en cuenta los tres principios fundamentales:
1. Regla de los tres puntos de apoyo: al progresar por la pared tenemos cuatro puntos de apoyo (2 manos + 2 pies), para avanzar solo moveremos uno de ellos, quedando tres de los cuatro puntos de apoyo en la pared, y no volveremos a mover otro hasta que los cuatro hayan estado de nuevo en la pared.
2. El centro de gravedad corporal debe mantenerse dentro de lo posible por encima de la superficie de apoyo (línea imaginaria que une nuestros dos pies).
3. Todos los movimientos deben de ser reversibles (es decir debe ser posible volver a la posición anterior).
Nota: en vías de alto nivel estas tres reglas no son siempre posibles de cumplir.
7.2. Precalentamiento.
Antes de comenzar a escalar, para prevenir lesiones y obtener un mayor rendimiento deberemos calentar.
El precalentamiento debe de durar entre quince y veinte minutos y desarrollarse en las siguientes fases:
1. Excitar la actividad cardiovascular, corriendo o mediante movimientos intensivos.
2. Estirar la musculatura y tendones poniendo especial interés a la zona de la cadera, hombros, antebrazos y dedos.
3. Trepar de forma ligera en vías de grado inferior al nuestro o en Boulder cogiendo presas grandes 2 o 3 segundos con la máxima intensidad.
7.3. Técnica de agarres.
En la escalada hay que derrochar el mínimo esfuerzo, para eso deberemos intentar escalar dejando que hagan los pies toda la fuerza, e intentando que las manos solamente guarden el equilibrio y nos peguen a la pared.
Para ahorrar energía deberemos agarrar las presas con la fuerza justa para no caer y dejar las articulaciones totalmente extendidas en forma de reposo.
Un aspecto importante de la técnica de agarres es la forma de colocar los dedos.
Siempre que nos sea posible intentaremos coger las presas en extensión, así evitaremos posibles lesiones.
Arquear permite desarrollar el máximo de fuerza, pero resulta peligroso para las articulaciones, por eso solo lo usaremos esporádicamente. Como alternativa menos peligrosa podemos colocar los dedos en arco extremo, aunque más dolorosa esta sensación de dolor no es fisiológicamente peligrosa.

Dedos en extensión Dedos en arqueo Dedos en arqueo máxio
Los cantos se pueden clasificar según la posible dirección de la carga:
Normales: la presión de carga se efectúa hacia abajo.

Laterales: la presión de carga se efectúa hacia izquierda o derecha.

Invertidos: la presión de carga se efectúa hacia arriba o hacia atrás.

Y según sus formas y tamaños en:
Agujeros (Cazos, tridedos, bidedos y monodedos)

En ellos, depende del tamaño, se meten los dedos que entren, y ajustamos la posición de los dedos a la forma del agujero.
En los cazos, el agarrarse con la mayor superficie posible resulta más ventajoso. En los agujeros pequeños, se utiliza el dedo más fuerte, el que se adapte mejor, o bien el par de dedos más adecuados a cada caso.
Planos y romos.
Cantos a 90 grados respecto a la pared o con ángulo negativo y que no tienen relieve que sobresalga y detengan los dedos al tirar de ellos, hay que pegar lo más posible el codo a la pared y ajustar la mano o los dedos a la forma de la presa intentando hacerle la máxima adherencia posible.

Pinzas y chorreas.
Formas que sobresalen de la pared con una distancia tal que podemos agarrarlo con la mano en forma de pinza, por un lado ajustamos la posición de los dedos en un lateral y en el otro apretamos con el dedo pulgar.

Regletas.
Pequeñas cantos donde entran una o dos falanges de los dedos, se busca la parte donde mejor se queden los dedos e intentamos agarrarlo con los dedos en extensión, se puede reforzar la presa colocando el pulgar sobre el índice.

7.4. Técnica de apoyos.
Los pies como parte de apoyo del cuerpo, tienen la función de soportar el peso del cuerpo y ayudar a elevar este peso a los brazos.
Una buena técnica de pies es indispensable para ahorrar fuerzas en la escalada.
Canteo interior.
En apoyos pequeños y regletas estrechas mejor aplicar la presión con la cara interior de la planta del pie, con ella se desarrollara el máximo de fuerza posible, se gira la rodilla hacia fuera y se coloca el canto interior de la puntera del pie de gato aprovechando al máximo la superficie del canto.

Puntera.
En agujeros o melladuras solo se puede meter la puntera, se eleva la rodilla y ponemos la punta del dedo gordo del pie, luego se ajusta la posición del talón para aumentar la presión. Si el talón apunta hacía abajo, existe el peligro de resbalar, mientras si se encuentra situado alto, el efecto de palanca forzara el pie hacia abajo.
En paso de adherencia se intenta poner la máxima superficie de la puntera.
Canto exterior
En cruces de pie, travesías y pasos desplomados se apoya la cara exterior de la planta del pie. Se gira la rodilla hacia adentro y apoyamos el canto exterior de la puntera del pie de gato y se ajusta la posición del talón.
Talonear.
Para superarnos sobre presas que se encuentren más o menos por encima del nivel de la cintura colocamos el talón sobre ella y nos remontamos sobre la pierna.
Puntear.
En presas invertidas colocamos la puntera o el empeine por debajo de la presa y traccionamos hacia arriba con la pierna.

Una ligera posición de las piernas abiertas en paredes verticales mejora la posición de estabilidad, al contrario que en placas de adherencia ya que esta posición requeriría un traslado lateral del centro de gravedad a cada paso.
7.5. Control del centro de gravedad corporal.
El centro de gravedad corporal no es un punto fijo, sino que se sitúa según la postura del cuerpo en cada momento.
En una persona de pie y erguida, el centro de gravedad se encuentra a la altura del ombligo en el interior del abdomen. Este centro de gravedad deberemos intentar mantenerlo dentro de lo posible sobre la superficie de apoyo.
En placas de adherencia, el centro de gravedad debe encontrarse situado verticalmente sobre la superficie de apoyo, y bastante alejado de la roca.
Aquí las manos solo tienen la función de apoyo para guardar el equilibrio, si aplicamos demasiada presión sobre ellas el centro de gravedad se aproximaría demasiado a la roca, la presión sobre las suelas se reducirían, disminuyendo así la tracción total.
En la escalada de paredes verticales el cuerpo se mantendrá tan cerca de la pared como sea posible. Esto significa que al avanzar el pie, la rodilla correspondiente se desplazara de lado hacia arriba.
Al avanzar un pie, la posición ideal del centro de gravedad del cuerpo se encuentra en la vertical del otro pie, por lo que deberemos llevar el cuerpo, y echar el peso a ese lado.
Hay ciertas posiciones en las que al soltar una mano el cuerpo se balancea hacia fuera, a esto se le llama “hacer la puerta”, esta posición podemos estabilizarla de las siguientes formas:
– Efectuando con el pie de apoyo una tracción hacia fuera (solo si hay un buen apoyo o la posibilidad de empotrar o puntear).
– Cruzar la pierna por detrás y presionar el pie sobre el lado contrario de la pared.
– Cruzar la pierna por delante y presionar contra el lado contrario de la pared, a la vez que se da un cuarto de vuelta con todo el cuerpo.
– Cambiar el pie de apoyo y presionar con el pie libre para estabilizar la posición.
– Tras un cambio de apoyo dejarse balancear hasta alcanzar la nueva posición de equilibrio.
7.6. Escalada en desplomes.
La fuerza es indispensable para escalar vías desplomadas, pero también tienen su técnica que facilita su progresión.
El centro de gravedad corporal tiene que estar lo más cerca posible de la pared, aunque en según que situación, para mantener el centro de gravedad cercano a la pared hay que hacer mucha fuerza, por lo que sale más rentable una posición con el centro de gravedad un poco separado.
Para ahorrar fuerza intentar escalar con los brazos extendidos.
Existen dos posiciones muy practicas para la escalada en desplomes, una es la posición en arco y otra la del cuerpo girado, que se combina frecuentemente con apoyos con el canto exterior de la planta del pie.
El método de girar el cuerpo permite seguir agarrándose sin doblar el brazo que sujeta, esto hace posible una progresión con los brazos extendidos. Además con este sistema es más fácil superar pasos con grandes distancias entre agarres.
Una posición muy interesante es la bicicletas, se gira el cuerpo hacia el lado contrario al que vamos a sacar la mano, doblando las rodillas, esto hace que nos peguemos a la pared, dándonos mayor equilibrio y llegando más arriba con la mano que sacamos.
Nunca habrá que quedarse mucho tiempo parado en un desplome al no ser que hayamos encontrado una buena posición de reposo ya que esto desgasta mucho.
7.7. Escalada dinámica.
Los lanzamientos se utilizan para superar largas distancias entre agarres. Cuanto menos desplomada sea la pared, mayor será la fuerza que podamos efectuar con las piernas.
Habrá otras situaciones en lo que lo mejor será impulsarse solo con los brazos.
En cualquier caso se deberá:
– Preparar el movimiento encogiéndose al máximo.
– Conseguir que la aceleración apunte directamente hacia arriba.
– Sujetar todavía el agarre inferior, tras haber cogido el superior, para evitar un posible movimiento pendular, y si podemos, intentaremos dejar un pie en el apoyo original.
Los lanzamientos pendulares resultan adecuados para escalar en desplomes con agarres grandes o en techos.
7.8. Posiciones de reposo.
Siempre que sea sobre formaciones de la roca, es una posición en la que la musculatura que ha estado sometida a los mayores esfuerzos, se pueda recuperar al menos en parte.
Se sujeta el agarre con una y otra mano de forma alternativa, mientras que el otro lo dejamos colgar suelto mientras lo sacudimos ligeramente.
Las posiciones corporales de reposo resultan más económicas en las posiciones extremas de las articulaciones de los codos y las rodillas.
Posibles posiciones de reposo:
– En grietas anchas, realizando una oposición con el cuerpo entre pared y pared.
– En orificios grandes o en grandes lajas invertidas, empotrando la rodilla.
– En orificios más pequeños, empotrando el pie.
– En cornisas anchas, talonando.
– En aristas agudas, colocando el gemelo alrededor de la arista.
– En diedros, grandes chorreras y estalactitas, mediante apoyos y/o aperturas.
– En grietas empotrando.